domingo, septiembre 06, 2009

Akshobya


Akshobya.

No puedes recordar cuanto tiempo llevas viajando, por mucho rato sólo has estado tú, tu balsa y el mar. Es de noche, y navegas guiado por las estrellas. Por momentos, echando una mirada hacia el universo, sientes como si la Tierra fuera tu balsa, conduciendo su curso a través del firmamento hacia algún cielo por mucho tiempo buscado.

Conforme avanza la noche los mares se vuelven menos turbulentos, los vientos son más favorables y puedes dormir. En tus sueños, eres un príncipe en busca de tu reino, una sacerdotisa esperando a un mensajero, hay focos de luz brillante en un escenario vacío. Por un momento eres el foco, tintineando, brillante. Eres el escenario, infinito en posibilidades. Entonces una figura de túnica blanca aparece en el resplandor del escenario. Con un lento gesto abre su capa por su pecho. Hay un universo dentro de su corazón.

Cuando despiertas, la luz del amanecer está iluminando el cielo y puedes ver tierra hacia el este. Te diriges hacia ella a través de un tranquilo y suave mar hasta que eventualmente tu balsa entra a una bahía en calma. Las aguas tranquilas frente a ti reflejan el contorno de un extraordinario edificio. Es un palacio hecho de cristal, con ventanas elevadas, y altas torres incrustadas de zafiros. Está fuertemente construido y cimentado con vajras doradas.

Levantando tus ojos de los reflejos del agua, miras el palacio mismo, sus puertas son dos grandes semicírculos, los cuales se encuentran en una gran luna. Ellas también son de cristal el cuál refleja el agua, tu balsa y a ti.

Mirando hacia adentro, ves las cosas como son, en su desnuda simplicidad. Te ves a ti mismo en ese momento, sin juicios, sin aceptar o rechazar nada - eres sólo un reflejo más en las puertas de la luna.

Después de darte su mensaje, las puertas giran abriéndose. Estás entrando al reino del Buda Akshobya (inmutable e imperturbable). Estás siendo admitido en su Tierra Pura, en donde todo es un recordatorio del Dharma y una motivación en el camino hacia la iluminación.

Akshobya está sentado en el corazón de su reino, en un inmenso trono de loto azul, sostenido por cuatro enormes elefantes. El cuerpo del Buda esta hecho de una luz azul profunda, el color del cielo al anochecer en los trópicos. Tiene pelo oscuro, está vestido con túnicas ricamente decoradas y sentado en una postura de loto completo. Todo su cuerpo irradia luz. Su mano izquierda descansa totalmente relajada sobre sus piernas. Sobre su palma sostiene un Vajra dorado, hacia arriba.

Su mano derecha va hacia abajo, con la palma hacia adentro. La punta de sus dedos azules apenas tocan el cojín blanco en forma de luna en el que está sentado. Hay algo que te habla en su gesto. Es un llegar a casa, golpea el fundamento de la existencia, es la respuesta a todas las preguntas. Toda su figura transmite inalterable confianza. Está tan firme que nunca nada podría alterar su postura.

Sonríe y toda la tierra comprende. La cualidad especial que transmite es sabiduría. Al entender el significado de ese gesto, todos los habitantes de su Tierra Pura se convierten en sabios, y entran una etapa del camino a la Iluminación del cual no hay retorno.

En su corazón hay una sílaba hecha de una luz azul tenue - hum - símbolo de la integración de lo individual y lo universal. De su corazón hace eco el mantra que personifica su sabiduría. Su sonido llega a todos los rincones de su reino, suave y mesurado como el llamado de un gran tambor: om... vajra... akshobya... hum.

El sonido del hum tiene toda la certeza inalterable con la cual un elefante pisa la tierra con su pie sobre. Tiene la misma cualidad inalterable como los dedos del Buda tocando la tierra. Es una estampa, un sello de la Realidad. Tal como una acción en un momento del tiempo, una vez que el momento ha pasado, nunca podrá ser borrado o deshecho.

Viendo y escuchando todo esto, tu mente se vuelve absolutamente tranquila y en calma. Cada momento es una experiencia total, la cual tu sientes completa y profundamente. No carece de nada, está completa como está. Todo es sólo un perfecto reflejo en el espejo de tu mente.


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© Vessantara 1993

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